jueves, 31 de marzo de 2011

Periodismo, deporte y empresa


Los periodistas Paco Nadal, Vicente Furió, Paco Lloret, José Manuel Segarra y Alfonso Gil acudieron ayer a conferenciar en la sala de actos de la Universidad de Valencia, dentro del Congreso Periodistes i Periodismes Valencians en Democràcia.

La charla sobre periodismo deportivo sostuvo una interesante crítica sobre los tópicos del pseudo-periodismo que se practica actualmente en radio, prensa y tv. Alfonso Gil, jefe de deportes de la agencia EFE, fue claro: "En periodismo deportivo, cada vez las empresas dictan las normas que hay que seguir, cada vez importa menos lo que pasa en los terrenos de juego". Los mundiales de futbol del 82 y la olimpiada deBarcelona supusieron un cambio sustancial de la información deportiva. Actualmente "la revolución que ha supuesto la tv privada y la afición desmedida por los grandes acontecimientos suponen la mayor demanda de información".

Uno de los aspectos comunes que resaltaron los miembros de la mesa fue "la pérdida de calidad del lenguaje". Paco Nadal, con más de 30 años de experiencia en el sector y 20 en la tv explicó que este medio "le va a quitar horas a la radio y páginas a la prensa escrita, por lo que es el futuro de la información."

Vicente Furió, consagrado y experto periodista de Las Provincias, recalcó su consideración de "privilegiado" por haber trabajado "Sin mordaza", título de su último libro. Además subrayó el peligro de los localismos en prensa deportiva y que en los años 70 "había mucha más cercanía con el personaje y menos filtros". Furió también profundizó en el tema empresarial: "No luchamos por la verdad, sino por la cuenta de resultados".

Paco Lloret, actual presentador del prograna Deportes A Tope y con una carrera exitosa en este sector, destacó la información deportiva que los lunes ofrecen diarios de información general, definiéndola como "muy profunda". En lo negativo, "la prensa se ha hecho más trivial, el vigor se ha sustituido por el detalle".

Por último, el más joven de la mesa, el periodista de la Cadena Ser José Manuel Segarra aludió al programa Carrusel Deportivo como "un producto interesante para el público desde que lo fundase el valenciano Vicente Marco" y sobre el buen profesional que es "el que no para, pero también el que duda", de ahí su crítica explícita a los gabinetes de prensa: "son odiosos".

El turno de preguntas se centró en el tema del deporte minoritario. Aquí los conferenciantes coinciden en el que la falta de cobertura tiene su explicación en la carencia de interés por parte del público.

Más información en http://congres.unioperiodistes.net/congres.html

domingo, 13 de marzo de 2011

CUENTO DE HADAS


Había una vez, en un reino no tan lejano, una monarquía que hacía aguas por todas partes. El deshielo había dejado que se derritieran los pilares fundamentales de aquello que un día instauraron y llamaron Democracia.
Pero el pueblo, sabio y curtido por los fríos inviernos con aroma a Brennivín, decidió unirse y luchar por aquello que muchos damos por perdido.
De una manera ejemplar, sin batallas, ni armaduras, ni corsarios, flanquearon la fortaleza manchada de corrupción y le colgaron el cartel de “propiedad de la comunidad”. La limpiaron “limpiamente”. Jugaron a poner en práctica algo que habían oído llamado “referéndum” y ganaron la partida.
El rey ya no era rey, y sus vasallos ahora decidían sus destinos.Ni una gota del color del sufrimiento, ni un grito de dolor, ni un gesto con forma de represalia. Todo fue demasiado bien. Quizá por eso ni los periódicos ni las televisiones nos hablaron de ello. Quizá por eso Islandia dio una lección al mundo.

 Rebeca Valor




Manifestación de periodistas y médicos en Turquía contra las políticas de Erdogan


Estambul, 13 mar (EFE).- Unos 20.000 trabajadores de la Sanidad y entre 6.000 y 8.000 periodistas se manifestaron hoy en Ankara y Estambul contra las políticas del gobierno islamista moderado de Recep Tayyip Erdogan y la detención de más de 68 colegas. En la protesta, la más grande de los últimos años, miles de informadores marcharon por la avenida Istiklal de Estambul hasta la céntrica plaza de Taksim para pedir la liberación de los 68 periodistas encarcelados en Turquía en las últimas semanas.
En declaraciones a Efe, el portavoz de la Plataforma Libertad para los Periodistas, Ercan Ipekç. " No nos manifestamos sólo por nosotros, sino por el derecho de información de la gente. El gobierno no puede escapar de sus responsabilidades", afirmó. En la manifestación, presidida por una cadena formada por los 51 periódicos nacionales del país, participaron familiares de los periodistas presos, algunos de los comunicadores más famosos de Turquía y miembros de partidos políticos y ONG. "Exigimos la liberación  de nuestros colegas y que, si son juzgados, lo sean en libertad condicional. También pedimos que se cambien las leyes que restringen la libertad de expresión", dijo Ipekçi.

Miles de informadores también se manifestaron la pasada semana en Estambul y Ankara, tras el arresto de los periodistas de investigación Nedim Sener y Ahmet Sik, acusados de pertenecer a la red ultranacionalista y golpista Ergenekon, algo que no encaja con el pasado ni las ideas de ambos profesionales. Según la Fiscalía de Estambul, que investiga el caso desde 2007, Ergenekon es una red secreta formada por militares, políticos, académicos y periodistas, cuyo objetivo sería sembrar el caos en el país para así justificar un golpe de Estado contra el gobierno de Erdogan.

"Exigimos la liberación porque, según ellos, esta actuación se ha convertido en una excusa para detener a los opositores al gobierno.óximo sábado los periodistas harán una protesta similar en Ankara. Por otro lado, unos 20.000 trabajadores de la Sanidad turca se reunieron en Ankara para protestar contra la política sanitaria del gobierno de Erdogan.ón de la Sanidad", "Soy un doctor, no un mercader", "La salud es un derecho, no se vende", fueron algunos de los eslóganes que se corearon durante la marcha.úa el rendimiento en el sistema de salud público, a lo que se resisten los médicos, que arguyen que competir por tratar a un mayor número de pacientes reducirá la calidad de los diagnósticos y tratamientos".

martes, 8 de marzo de 2011

El Periodista ante un Momento Histórico


            En octubre de 1803, el gran Napoleón entró en la ciudad alemana de Jena después de una noche de terrible bombardeo. Hegel, entonces un lector de filosofía sin sueldo en la universidad, le vio pasar por una calle, imponente a lomos de su caballo. La imagen del emperador le impresionó tanto que jamás la olvidaría. Fue uno de los encuentros personales de Hegel con la Historia que definirían su sistema filosófico. En otras palabras, un momento histórico.
            El otro día viví yo un momento histórico.
            Asistí, como periodista, a la despedida que el Palau de les Arts de Valencia le hacía al magnífico director musical Lorin Haazel. Era, además, su 81 cumpleaños y al concluir la ópera 1984, la orquesta interpretó los sones de “Cumpleaños feliz”, que los artistas presentes en el escenario y el público presente en las butacas y palcos corearon, cada uno en su idioma.
Esta visión me hizo evocar otras épocas en las que la burguesía emergente italiana hacía lo mismo en los teatros que se habían construido con su concurso, para oponer su fuerza económica al poder ocupado por la aristocracia imperial y pro austriaca.
            La responsable del gabinete de prensa del Palau, una eficiente y amable compañera, fue quien tuvo la ocurrencia de llamar a eso un momento histórico.
Curiosamente, yo ni lo sentía ni lo veía como tal. Ni siquiera poniendo por delante mi instinto periodístico conseguía autoconvencerme de ser testigo de un momento histórico de la humanidad. Algo en mi interior se sublevaba. ¿Qué? Me preguntaba yo, preocupado por este acceso de rebeldía.
¿Sería rencor de clase? ¿Frustración profesional, por no formar yo parte de aquella multitud de privilegiados que, por invitación administrativa o mediante taquilla o Servired, habían pagado un dineral para comprar el derecho a asistir al momento histórico? (Los invitados administrativos también compran su derecho a asistir a la ópera, pero lo pagan de un modo menos decoroso.)
Entonces, abandonando mi deformación profesional y metiéndome en la piel del intelectual erudito que todo periodista lleva dentro, reflexioné que en realidad cualquier representación de ópera en un ámbito como el Palau de les Arts de Valencia es, en sí mismo, un hecho histórico.
La ópera es el residuo manifiesto, explícito, contundente, de una época en la que la revolución la protagonizaba la burguesía, y en la que el proletariado todavía crecía en la inmundicia de las fábricas.
Al margen de la cualidad estética de la ópera (que yo soy incapaz de apreciar, y sólo veo como un disparate escénico y escenográfico con hombres y mujeres proclamando a voces cosas por lo general muy íntimas), lo que nos trasmite como fenómeno cultural es la ambición de una clase social por llegar al poder.
Así que, hoy, cuando quien manda de verdad es la burguesía (un sector de ella, los plutócratas de turno, disfrazados de socialdemócratas o de lo que haga falta) la ópera es un sinsentido político. Y a mi parecer, también estético, pero eso es todavía más discutible. El hecho de que los soviéticos promovieran la ópera, al igual que todavía hacen los chinos, no es más que una fosilización (un filósofo, por ejemplo Hegel, podría hablar de sustancialización, de hipóstasis, pero no creo que se lo tomara tan en serio) de un concepto: lo que antes era la representación del poder burgués, ahora es un tinglado al servicio del pueblo. ¿Es que el pueblo, quien quiera que sea ese concepto, carece de capacidad de crear su propia representación musical? O quizá es que no le hace falta.
Ocupado en observar a los ejemplares pertenecientes al ámbito cultural y social de la ópera, descubrí uno que me pareció su quintaesencia. Era una mujer de unos treinta años, alta, de largas y bellas piernas cubiertas de medias negras, una minifalda de volantes, como el tutú de una danzarina, una chaquetilla de modisto, y encima de todo, una cabeza monda y lironda. Como estaba en una de las alas del Palau no pude averiguar si había otros especímenes semejantes en el público.
Reconozco que este espectáculo (el del público en la ópera) me resulta irritante. Si es por envidia o por indignación de clase, no lo puedo precisar. Es algo que pertenece a la psicología. Pero eso de gastar miles de millones en construir palacios que encarnen la soberbia de un grupo social de sinvergüenzas (no es una apreciación subjetiva, ábrase cualquier periódico, y se verá qué tipo de individuos e individuas son muchos de los que van a la ópera para lucir el cráneo o el de su acompañante, no a disfrutar de la música) es algo que ya estamos lamentando. Porque ¿qué otra cosa sino el despilfarro es la base económica de la presente supuesta crisis?
Algún día no muy lejano llegará el verdadero momento histórico que muchos temen y otros esperan con ilusión. Ahí estaremos los periodistas inquietos para dar cuenta de él.
Fidelius Beyond